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La crisis arrocera: El campo colombiano en riesgo por la indiferencia del Gobierno

La crisis arrocera: El campo colombiano en riesgo por la indiferencia del Gobierno

El campo colombiano está atravesando una de sus peores crisis, y el sector arrocero, esencial para la seguridad alimentaria del país, es el mayor reflejo de un gobierno que se niega a actuar. A pesar de los discursos oficiales sobre soberanía alimentaria y protección de la producción nacional, la realidad muestra que estas palabras se han convertido en vacías promesas, mientras la crisis del arroz continúa afectando a miles de familias campesinas.

En este escenario, los arroceros trabajan a pérdidas, enfrentando costos de producción insostenibles. Cada hectárea cultivada representa una pérdida de hasta $2 millones para los productores. Este drama no solo impacta a los arroceros, sino que tiene repercusiones en toda la nación. En Colombia, 198 municipios dependen directamente del arroz, y más de 472.000 personas encuentran empleo en esta cadena productiva, que genera más de tres millones de toneladas al año.

Sin embargo, mientras los productores luchan para sobrevivir, el arroz sigue llegando a los hogares colombianos a precios altos, una contradicción que refleja la ineficiencia y la falta de liderazgo del gobierno. A pesar de las advertencias previas del sector, el Gobierno permaneció en silencio hasta que la situación se hizo insostenible, obligando a los arroceros a convocar una movilización nacional indefinida.

Este conflicto no es solo económico, sino también social, ya que pone en peligro la seguridad alimentaria del país. Si el Gobierno sigue sin tomar acción, la pregunta es clara: ¿quién sembrará el arroz el próximo año? ¿Cuántos pequeños y medianos productores perderán sus tierras por no poder soportar la carga de una producción inviable?

La crisis arrocera en departamentos como Casanare, Tolima, Meta, Huila y Norte de Santander no es un fenómeno aislado. Es el resultado directo de la falta de políticas públicas efectivas y la incapacidad del Gobierno para garantizar condiciones mínimas de producción y comercialización. Mientras el Presidente y su equipo siguen hablando de soberanía alimentaria y protección al campesinado, la realidad en el campo es otra: una desidia gubernamental que pone en jaque el futuro del sector.

Para enfrentar esta crisis, es urgente tomar medidas inmediatas. Es necesario mejorar la producción mediante el uso de tecnologías más avanzadas, semillas de mejor calidad y técnicas de cultivo más eficientes. También se deben concluir proyectos de riego esenciales, como el Triángulo del Tolima y Ranchería en La Guajira, y garantizar créditos justos para los agricultores, con acceso a financiamiento que les permita seguir produciendo. Además, se deben crear espacios adecuados para almacenar y secar el arroz, evitando que los productores tengan que vender a precios bajos cuando el mercado está saturado.

Pero no basta con enfrentar la crisis; Colombia debe pensar en grande. Es fundamental impulsar la exportación de arroz y mejorar la infraestructura de transporte para reducir los costos. Solo con un enfoque integral y un compromiso real del Gobierno se podrá salvar al sector arrocero y garantizar el futuro del campo colombiano. No podemos permitir que la incompetencia de unos pocos acabe con miles de familias campesinas.

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